Vistas de página en total

domingo, 29 de enero de 2012

CANCIONES DEL NO-VERANO 12: VA PENSIERO

"...una vez que dejamos de valorar más lo público que lo privado, seguramente estamos abocados a no entender por qué hemos de valorar más la ley (el bien público por excelencia) que la fuerza".

Toni Judt: Algo va mal, ed. Taurus, p. 128


Amanecí el sábado con un mensaje de Uve, estupenda persona, de ésas que comparten contigo trabajo y mucho más. En él me adjuntaba un archivo de Youtube con la grabación de un acontecimiento que tuvo lugar en Roma, con el protagonismo a cargo de Riccardo Muti, aunque no hay que olvidar al coro de los esclavos y al público romano. Mucha gente cree que éste debería ser el himno de Italia.

A muchos de vosotros, aquéllos cuyo correo tengo, se lo he mandado ya, por lo que es probablemente redundante. Pero no hago más que tararear ese grandísimo fragmento del Nabucco de Verdi y de pensar por qué en España no tenemos un Muti que afee a nuestros dueños (perdón: gobernantes) y al plebeyuno pueblo español su conducta y su sumisión.

Reproduzco el texto con el que venía el mensaje.

El pasado 12 de marzo, Silvio Berlusconi debió enfrentarse a la realidad. Italia festejaba el 150 aniversario de su creación y en esta ocasión se representó en Roma la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi, dirigida por el maestro Riccardo Muti.

Nabucco evoca el episodio de la esclavitud de los judíos en Babilonia, y el famoso canto "Va pensiero" es el canto del coro de esclavos oprimidos. En Italia, este canto es un símbolo de la búsqueda de la libertad (en los años en que se escribió la ópera, Italia estaba bajo el imperio de los Habsburgo).

Antes de la representación, Gianni Alemanno, alcalde Roma, subió al escenario para pronunciar un discurso en el que denunciaba los recortes del presupuesto de cultura que estaba haciendo el Gobierno, a pesar de que Alemanno es miembro del partido gobernante y había sido ministro de Berlusconi. Esta intervención del alcalde, en presencia de Berlusconi que asistía a la representación, produjo un efecto inesperado.

Ricardo Muti, director de la orquesta, declaró al "Times":

"La ópera se desarrolló normalmente hasta que llegamos al famoso canto "Va pensiero". Inmediatamente sentí que el público se ponía en tensión. Hay cosas que no se pueden describir, pero que uno las siente. Era el silencio del público el que se hacía sentir hasta entonces, pero cuando empezó el "Va Pensiero", el silencio se llenó de verdadero fervor. Se podía sentir la reacción del público ante el lamento de los esclavos que cantan: "Oh patria mía, tan bella y tan perdida."

Cuando el coro llegaba a su fin, el público empezó a pedir un bis, mientras gritaba "Viva Italia" y "Viva Verdi". A Muti no le suele gustar hacer un bis en mitad de una representación. Sólo en una ocasión, en la Scala de Milan, en 1986, había aceptado hacer un bis del "Va pensiero"."Yo no quería sólo hacer un bis. Tenía que haber una intención especial para hacerlo" - dijo Muti -.

En un gesto teatral, Muti se dio la vuelta, miró al público y a Berlusconi a la vez, y se oyó que alguien entre el público gritó: "Larga vida a Italia!". Muti dijo entonces:

"Sí, estoy de acuerdo: "Larga vida a Italia", pero yo ya no tengo 30 años, he vivido ya mi vida como italiano y he recorrido mucho mundo. Hoy siento vergüenza de lo que sucede en mi país. Accedo, pues, a vuestra petición de un bis del "Va Pensiero". No es sólo por la dicha patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando dirigía al Coro que cantó "Ay mi país, bello y perdido" , pensé que si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la historia de Italia. En tal caso, nuestra patria, estaría de verdad "bella y perdida".

Muchos aplausos, incluidos los de los artistas en escena. Muti prosiguió.

"Yo he callado durante muchos años. Ahora deberíamos darle sentido a este canto. Les propongo que se unan al coro y que cantemos todos el "Va pensiero"

Toda la ópera de Roma se levantó. Y el coro también. Fue un momento mágico. Esa noche no fue solamente una representación de Nabucco, sino también una declaración del teatro de la capital para llamar la atención a los políticos.

lunes, 23 de enero de 2012

ALGUNAS BOBADAS EDUCATIVAS

He visto un telediario de La Sexta en el que se hacía un mini-reportaje sobre educación. En él, un grupillo de alumnos uniformados de un estupendísimo cole privado salían trasteando con ordenadores mientras una mente pensante decía que su éxito se debe a que tienen en cuenta los intereses y capacidades de los alumnos. Se hablaba de trabajo cooperativo, de que el profesor es sólo un mediador de conocimientos y de que (decía un muchacho) todo es más fácil y divertido. Luego, otra de las mentes pensantes (¿o era pienseante aquel sujeto?) soltó aquello de “tienen mucho que enseñarnos, por ejemplo, sobre redes sociales”.

Sí, era un telediario.

Vamos a ver. Primero, un ordenador no hace más inteligente a nadie, como no lo hace más eficiente un tractor si no sabe conducirlo, ni tampoco más culto el hecho de tener obras completas de Goethe en alemán en la boisserie del salón. He oído decir a José Antonio Marina algo tan obvio como que un burro ante un ordenador sigue siendo un burro. Algunos creen haber descubierto el Mediterráneo y creen que la sustitución de la pizarra tradicional por la digital va a mejorar sustantivamente la educación, así como que es mejor una exposición curricular en power point que la explicación magistral de un tema. Nos gastamos la pasta en lo anecdótico; el teorema de Pitágoras sigue siendo el mismo en un PC o dibujado con tiza en la pizarra: lo que importa es que te lo expliquen bien, el soporte es irrelevante. O a lo mejor sería más divertido estudiar la Fenomenología del Espíritu si consiguiésemos exponerla en 3-D…

Segundo, los profesores debemos esforzarnos en hacer ameno y accesible lo que explicamos, lo que no siempre es sencillo, pero se me escapa cómo pueden ser yupiyupeantes las integrales definidas o fácil el problema categorial en Kant. No, creo que es al revés: no es ni fácil ni divertido, al menos no al principio. Se está confundiendo a los alumnos, diciéndoles que en clase hay que pasarlo como en el recreo o en el circo. No se trata de tenderles trampas ni hacérselo más difícil de lo que ya es, sino de no engañarles diciendo que es fácil y divertido lo que no lo es. No se debe huir hacia adelante. La pedagogía “Walt Disney” no es un buen tratamiento contra la ignorancia: desarrolla la falacia del “tengo derecho” y provoca intolerancia ante la frustración.

Tercero, puede que los alumnos tengan algo que enseñarnos sobre redes sociales. Quedamos al finalizar las clases y nos lo explican. ¿O tales redes son la materia curricular, el objeto de enseñanza?, ¿en qué asignatura? Eso de que hay que partir de los intereses de los alumnos… pues depende. Qué daño ha hecho (el peor) Rousseau.

Cuarto, sólo en un sentido muy laxo puede decirse que el profesor es un mediador. Si no es importante, esencial, ¿a santo de qué vienen su salario, más alto que la media de los trabajadores (lógico, pues su importancia social es de primer orden)? Puede decirse, claro, que la mediación quiere decir que aproxima a los estudiantes a los conocimientos. Ah, desde luego; o sea, como antes. Pero parece que algunos creen que el profesor debe limitarse a indicar a los alumnos dónde hay que mirar en Internet para que lo encuentren. Y allí, ellos solos, que están deseando conocer, se moverán como pez en el agua. Cuánta ignorancia, qué atrevimiento. Porque si bien Internet es hoy imprescindible, no lo son menos las enseñanzas del profesor y la adquisición de un criterio (¿cómo se puede ser crítico sin criterio?) para saber distinguir las tonterías de la red (casi todo) de las páginas de genuino saber (unas pocas). Es decir, que es necesario el saber (¿mediador?) del profesor que debe indicar los caminos más adecuados. A eso se le llama método.

Qué peligro de noticia. Omitiré el nombre del colegio porque también en la enseñanza pública hay hooligans de estos cacharrillos (ellos lo llaman TICs), algunos de los cuales ocupan cargos de importancia y de vez en cuando nos riñen mediante circulares admonitorias a los que no estamos à la page. Pero uno se ha encontrado ya con muchos de estos profesores cuya competencia profesional se limita a “poner” powerpoints y repetir lo que allí hay escrito. Y eso es todo lo que saben hacer. Muy modernos, posmodernos incluso; tal vez hasta postcontemporáneos de ultimísima ultrapedagogía avant la lettre. Pero sus alumnos no aprenden más que los de un magnífico y competente profesional de la tiza.

Profesores se llaman. Gestores de la educación, dicen ser. Qué risa, qué pena.

domingo, 15 de enero de 2012

PELÍCULAS QUE DETESTO (PRIMERA PARTE)

Uf, son unas cuantas. Y, mientras que las que me gustan crecen aritméticamente, las que detesto lo hacen geométricamente. Puro Malthus.

No siempre fue así. De hecho, en esto de las películas cine fui un niño entregado. Cruzaba la calle y me iba a un cine magnífico (ahora es una tienda de ropa juvenil, de esas que hay en todos lados) en el que proyectaban programas dobles. Me gustaban todas… hasta que una tarde tropecé con una del oeste cuyo nombre he olvidado. Era algo así como El hombre del valle. Desde entonces estoy vacunado contra ese género, del que exceptúo Sin perdón, Solo ante el peligro y Pasión de los fuertes.

Luego seguí practicando esa sana costumbre de cine doble todas las semanas. Y me hice adicto de cineclubes y versión original. Pero los habituales de este blog sabrán que no todo cine indie me gusta, aunque creo que merece la pena buscar entre lo mucho idiota para encontrar un poco de cine diamantino. Lo malo son los miles de horas pasadas ante la pantalla soportando el tedio y la estulticia. Ahora, menos tolerante, me voy de la sala, me duermo o saco la petaca de whisky.

Hoy toca citar lo peorcito de lo peorcito, las películas cuyo recuerdo me provoca fatiga, cabreo y sensación de que tomaron abundantemente la cabellera. Y que no me diga nadie que soy subjetivo: pues claro, es que soy un sujeto; si fuera un objeto, entonces sí sería objetivo.

El sabor de la sandía es un clásico: musicalmente kitsch, de soez temática y absurdo argumento. No debe perdérsela nadie. Hablo, naturalmente, de la cerveza en el bar más próximo.

La mitad de Oscar. Típico ejemplo de un corto reconvertido en largo a base de miradas hacia el infinito con el cámara zampándose una paella mientras la escena se rodaba sola minutos y minutos. Sin argumento aparente, tediosa, larguísima en su brevedad. Alguien dijo a la salida que menos mal que sólo nos habían puesto la mitad de Óscar: todo él sería para suicidarse.

La vida de los peces es una peli chilena en la que sus casi 90 minutos se multiplican por 10. No se entiende a los actores, que vocalizan mal. La historia, por lo tanto, no se comprende. Necesita subtítulos; qué digo, necesita todo: destrucción y olvido.

Gerry. Dos amigos pasean por una especie de desierto en Estados Unidos. Se pierden. La cámara los sigue, ellos apenas hablan, pero sus paseos por el campo son de una profundidad exasperante. Paseo, miradas, pocas palabras. ¡Cuánto simbolismo!

La teta asustada. Uno pone a una actriz peruana, le hace hablar en quechua, da pistas sobre su angustiosa vida y ya tiene una candidata al Oscar. El progresío es así. Lástima que la actriz tenga menos expresividad que un ladrillo y que la historia sea más tediosa que una clase sobre Hegel en alemán. Asustadito salí yo, y no de la teta, sino de que a alguien le pueda gustar semejante cosa. Y de que el personal crea que los peruanos no saben hacerlo mejor.

Vicky Cristina Barcelona. Ah, no, me corrijo. Esto era una lista de películas, no un video-clip promocional con todos los tópicos hispánicos. Este producto no es propiamente una peli. Perdón.

Emmanuelle. No me equivoco, no. Vi de adulto esta película, junto con el otro gran mito del cine erótico, El último tango en París. Pero, mientras que en ésta vi gran cine, intenso argumento e interpretaciones sobresalientes, en la otra sólo vi impostura, aburrimiento y pseudo-erotismo de qualité sin un solo gramo de pasión, con una actriz que no me pondría aunque fuese la última mujer sobre la tierra.

Habitación en Roma es otra de esas pseudo-avanzadísimas películas en las que se mezcla el erotismo lésbico con los tormentos interiores. Esto es, cine de Medem: otro de esos sobrevalorados a los que se les perdona todo. Yo, sin embargo no le perdono que me haga bostezar tantísimo. Elena Anaya y Natasha Yavorenko están preciosas (o sea, como un par de quesos, maravillosas), pero eso no es bastante ni sostiene por sí solo una narración. No me la creo. Este hombre quiere hacer tratados, ensayos sobre el alma y el eros, pero el cine es otra cosa. Otra de él detestable es Caótica Ana, tan caótica como su director. Ni pies ni cabeza.

Tras el “Prólogo” (del que debo decir que no me caso de verlo), Lars von Trier ofrece en Anticristo toda una lección sobre cómo echar a la gente del cine. Como él: cine psicopático, trascendentaloide y prozacófilo. Todo ello pasado por la trituradora de Tarantino con una guarnición del peor Freud.

“No te gusta ninguna”, me dijo un amigo una vez a la salida de una de éstas. Porque mi comentario favorito al terminar es “bonita fotografía”, que es lo que decimos cuando lo que hemos visto es una basurilla elevada a n. Y de alguna de las anteriormente citadas, ni la fotografía, sólo las cervezas que suelen ir después.

Se admiten sugerencias.

lunes, 9 de enero de 2012

THE ARTIST

Aunque sólo fuera por el atrevimiento de hacer una película como ésta, habría que ir a verla. Pero, además, es que es estupenda. Eso sí, que nadie vaya a ver explosiones, tórridas historias de amor o cine intelectual. The artist pertenece a ese género maravilloso en el que el cine se hace autorreferencial. Es una mirada -y una recreación- al tránsito entre el mudo y el sonoro con unas dosis perfectamente medidas de sentimentalismo, humor y drama. Tiene unos cuantos tópicos, buscados, eso que se llama homenajes. Y también recuerda a algunas otras películas inolvidables (yo no pude dejar de pensar en Cantando bajo la lluvia y en Ed Wood).

El director ha renunciado al gran público, a los sorbedores de refrescos, a los comepalomitas, a los que hablan por el móvil en cualquier lugar. Qué bien. El peligro es que la quiten pronto de la cartelera o que no pase por muchas ciudades (yo vivo en una población de más de 70.000 habitantes y tuve que hacer 25 kilómetros para verla). Pero los escasos espectadores están entregados, sulibeyados. Al ser muda (o casi, no quiero reventarla), no se oye nada en el cine, silencio absoluto, un placer que vale los 7,5 € que pagué.

Cuando acaba nos damos cuenta de que sin los cartelitos (pocos) también la hubiéramos seguido perfectamente. Dura 100 minutos que pasan volando, sin que la falta de voces nos moleste ni afecte al ritmo. El lenguaje del cine no consiste en palabras: el que lo dude, que vea esta película.

No miré el reloj una sola vez. Id a verla.

Por cierto, me he pedido para Reyes a la chica (Bérénice Bejo) y una máquina de afeitar como la que debe usar el prota.


miércoles, 4 de enero de 2012

DECÁLOGO VERBAL PARA 2012


1. Comprender

2. Escribir
3. Escuchar
4. Estar
5. Gozar
6. Mirar
7. Querer
8. Saber
9. Soñar
10. Viajar