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viernes, 15 de abril de 2016

LA PROCRASTINACIÓN


Leí hace unos días un artículo sobre la procrastinación. Adjunto el enlace al final. En él hay, a su vez, otro link a una charla al respecto, interesante, muy divertido.

Se lo he enviado a algunos amigos y a todos mis alumnos.  De éstos sólo uno de 165 ha respondido para dar las gracias. De los amigos receptores (16), únicamente tres. Todos ellos para decirme más o menos que se sentían reflejados, que son militantes de la cosa.

Yo no soy procrastinador. Odio el diletantismo y la duda permanente. Soy algo perezoso, claro que sí, como todo el mundo. Por algo es uno de los pecados capitales. Pero el procrastinador es aquél que no puede o no sabe salir de ahí, el que obtiene recompensa del presente y no planifica con efectividad las acciones del futuro próximo o lejano.

El procrastinador lo es en sí y para otros. Si viviera solo en el mundo, ningún problema, pero suele arrastrar al futuro indefinido  a sus alrededores cuando es urgente efectuar reparaciones, suele aplazar las compras a la espera de pensarlo mejor, suele posponer las decisiones importantes. No es fácil vivir con él: el tiempo nos alcanza, los plazos vencen, la vida nos pasa por encima. Y aquí no hay aplazamiento: nadie dice me moriré mañana, no cuando los médicos me dicen, sino el próximo año, después de las vacaciones, si eso ya veremos…

Con el ansioso las cosas no son más fáciles. Viven en el mañana. Cuando hay que salir de casa están en la puerta con el abrigo puesto diez minutos antes de que los demás nos levantemos del sillón. Hacen la comida de hoy, de mañana y del mes que viene. Tienen los regalos de Navidad comprados desde agosto  (hay que aprovechar las rebajas). Para el ansioso no existe el presente continuo sino el futuro anticipado.

Mezclarlos es explosivo. Dos en la misma familia es una bomba de relojería. En una pareja, divorcio a medio plazo. En familia política, bronca permanente.

Aristóteles tenía razón: el justo punto medio. Lo malo es que no sabemos exactamente en qué consiste tal cosa. Pues el pasado ya no existe, el futuro aún no existe y el presente… ¿cuánto dura el presente?, ¿unos segundos, hoy, esta semana?

Empiezo a tener una crisis de ansiedad. Mejor lo pienso mañana. O pasado.




12 comentarios:

  1. Bueno, yo no sabía ni lo que significaba la palabreja. Te agradezco la contribución a mi educación.

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    1. Muchas gracias, pero no es tan rara. Lo que pasa es que la conocías con otros nombres y ahora se ha puesto de moda en esta forma. Cosa de los psicólogos, yoy know. Mira el enlace, el segundo, te gustará.

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  2. Parece que últimamente no paro de leer sobre la procrastinación... ¡Hay un complot o qué? Yo no me considero procrastinadora. Al menos no en las cosas importantes, o quizás mejor dicho, en las obligatorias y en los quehaceres diarios. Es más, me siento mejor haciendo las cosas en su momento que aplazándolas. Cuando dejo para mañana lo que podía haber hecho hoy, no duermo bien porque me queda la preocupación que me quedan cosas por hacer y porque me queda cierta sensación de culpa por no haberlo hecho... Vamos, que la procrastinación no tiene ventaja alguna. Pero ojo, que no ser procrastinadora no quiere decir que sea lo contrario. Yo tampoco compro los regalos de Navidad en agosto. Existe el término medio, ¿no?

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    1. El complot de la procrastinación es la complocrastinación o la procromplostinación. Qué se yo. Ya lo decía mi abuela: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Claro que no por mucho madrugar... Además, hay cosas que mejor hacer mañana y otras mejor hoy.

      De todos modos, creo que lo tuyo se llama deontologismo de índole kantiana con matiz neoprusiano. Nada grave, pese al nombre. En el fondo los procrastinadores viven mejor, pero tú tienes las cosas hechas a tiempo.

      Mi señora madre era una de esas de compras en Agosto. Yo intentaba hacerlo con algo de tiempo, hasta que descubrí que no era un procrastinador, sino que no quería someterme a ese ritual agobiante de los regalos de Navidad y dejé de hacerlo. Algún familiar se mosqueó, pero vivo más tranquilo desde entonces.

      El término medio existe, lo inventó Aristóteles. Un genio. Otra cosas son las instrucciones de uso en cada caso concreto. Eso es más difícil.

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  3. https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/736x/0c/22/e0/0c22e0b1f74ea9a9287c1a976d0a789d.jpg

    Yo soy un gran procrastinador, un profesioná, una mala bestia de la procrastinación, y en una champions lig de la procrast..., joerrr, de eso, jugaría la final.

    Hay cosas que no querría hacer hoy, mañana ni never.

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    1. No creo que la jugases: lo dejarías para el próximo año. Joé, qué pereza ponerse la ropa, coger el avión...

      La viñeta, certera. Cuando explico en clase lo que es, les enseño un folio en el que he escrito: "Mañana empiezo a estudiar". Y les digo que si alguien tiene uno parecido en su habitación o en su cabeza, es un procrastinador de libro.

      Pero lo que dices al final lo suscribo: never. Hay cosas que no se aplazan sino que se tachan. Para siempre.

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  4. Acabo de romper una amistad con un procrastinador, al menos lo es en lo emocional. Jamás toma una decisión, da una explicación, mueve un dedo si no se le dice que lo mueva, aparenta desinterés y me parece que si le pinchas no sale sangre (pero eso no lo ha probado). Soy la antítesis de un procrastinador, no sé si eso me coloca en el lado de las ansiosas... lo pensaré.

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    1. Conozco esa situación. De repente las cosas comunes se hacen a tiempo, es decir, se hacen. En cualquier relación (amistosa, de pareja) hay que establecer un "tempo". Lo malo de los procrastinadores es que imponen el suyo, que les parece el único. Lo anormal se convierte en normal con ellos. También se le puede llamar "síndrome del perro del hortelano", ya sabes.

      Y no te angusties, que te dará la ansiedad. Yo soy más bien de éstos, aunque intento moderarme. Me pasa más bien lo que decía antes AAGlez: me gusta la planificación, el orden e ir tachando las tareas de la agenda y no irlas copiando más adelante.

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  5. Mea culpa... Reconozco que yo tampoco sabía que significaba la palabreja, perdón por mi ignorancia. Así que también te agradezco la contribución a mi educación (cada día se aprende algo nuevo, eso es bueno). Estoy segura que ya nunca la voy a olvidar, la palabreja, digo.

    Francamente no me gustan los procrastinadores puros y duros (y eso que conozco a más de uno y amás de una) y tampoco el extremo opuesto. Soy más de términos medios, aunque si tuviera que decantarme por alguno de los dos casos, quizás me definiría como algo más ansiosa que procrastinadora, pero tampoco en exceso.

    Es verdad que los dos opuestos en una misma familia, en una misma comida familiar o de amigos, debe de ser la bombaaa.

    Un beso

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    1. La palabras no es común, suele utilizarse en Psicología. También he leído "procastinación", que no sé si es correcto, aunque algo más pronunciable. No te flageles, se está haciendo popular últimamente, con esa costumbre de medicalizarlo todo, en lugar de decir simplemente "perezoso", "diletnate" u otras parecidas.

      Aristóteles tenía razón: el término medio es la solución. Porque los ansiosos (peco más de esto último) también tienen lo suyo, para ellos y para los que les roedan.

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  6. Te veo muy filosófico y próximo al gran Francisco de Quevedo que escribió eso de "Ayer se ha ido; mañana no ha llegado; / hoy se está yendo sin parar un punto". El asunto siempre ha sido el mismo: el tiempo, su fugacidad, su aprovechamiento..., en definitiva, la vida.
    Un abrazo

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    1. Pues eso. No conocía los versos de Quevedo, pero coinciden con la concepción fenomenológica del tiempo: puede que el presente no exista, que solo sea bisagra, la medida del antes y el después, su instante de tránsito.

      Tempus fugit, se lee en muchos relojes. Pero no son más que un invento para cuadricular la vida, para encaminarla y sujetarla. Y no es posible.

      Bienvenido.

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